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Mont Blanc, 4.810 m
Aiguille de Rochefort, 4.001 m

Ruta: Ascensión a la Aiguille de Rochefort desde el Refugio de Torino, y al MontBlanc por Cosmiques bajando por Goûter
Fecha: 5-7-03
Participantes: Teresa, Miguel Ángel, Guillermo y Arturo.
Comentarios: Tras subir a la Aiguille de Rochefort para aclimatar en altura, realizamos la ascensión al Mont Blanc por la ruta de los cuatromiles, más larga y dura que la de Goûter.

Un año más (y para algunos es el tercero consecutivo) nos dirigimos a los Alpes para, dentro de nuestras posibilidades, realizar alguna ascensión. Esta vez escogemos un único macizo, con un único punto base: Chamonix.

Nuestra idea es simplemente terminar lo que dejamos a medias el año pasado, es decir, subir el Mont Blanc (4.810 m.)

Históricamente, la ruta más antigua remonta el glaciar de Bossons desde el refugio de Grands Mulets. Son 1.800 m. de desnivel a través de un glaciar con muchas grietas, a menudo descubiertas en verano (ruta A-B-C en el gráfico). La ruta más popular parte del refugio de Goûter, remontando la cresta tras el Dome de Goûter, salvando cerca de 1.000 metros de desnivel. Es una ruta muy masificada y el refugio de Goûter (3.817 m.) está atestado y es muy incómodo, por lo que cada vez se sigue más la vía llamada de los cuatromiles, desde el refugio de Cosmiques (3.613 m.), amplio y construido en los años noventa.

Esta vía parte de dicho refugio, pasando el hombro del Tacul y el collado del Maudit, tras lo que desde el collado de la Brenva, remonta los 500 m. finales dejando a la derecha el llamado Ancien Pasagge que se tomaba desde la ruta por el glaciar.

Mont Blanc, Monte Bianco
Esquema del macizo del Mont Blanc con las rutas más frecuentadas

Para conseguir la aclimatación elegimos, por sugerencia de Guillermo, la Aiguille de Rochefort (4.001 m.). A la larga veremos que ya esto vale por sí mismo la pena, y no sólo como entrenamiento.

Aiguille de Rochefort

El día 29 de junio a las 11.30 de la mañana nos encontramos a 3.777 m., en el túnel de hielo que conduce desde la estación superior del teleférico de la Aiguille du Midi al exterior, encordándonos y calzándonos los crampones. Nuestro destino es el refugio de Torino (3.338 m.), debajo de la punta Helbronner, para lo cual tenemos que bajar hasta la Vallee Blanche, a 3.400 m y cruzar el Glaciar del Gigante, en un paseo bastante suave de unas 3 horas. Realizamos la travesía bajo el sol, que calentaba bastante, sin mayores problemas que los de atravesar alguna grieta. A las 3 de la tarde estamos instalados en el Refugio de Torino. Este resulta ser muy amplio y cómodo, disponiendo incluso de habitación sólo para nosotros cuatro y con un ambiente montañero agradable, a pesar de la necesidad de comprar agua mineral, ya que el agua de grifo, dicen, no es potable.

Aunque elegimos atravesar el valle a pie para no perder forma y conocer de cerca las grietas, es posible atravesar este valle por medio del telecabina de Helbronner desde la Aiguille du Midi hasta cerca del refugio de Torino, y también por otro teleférico desde Italia (Courmayeur)

Al día siguiente salimos a la 5.30 de la mañana con los primeros rayos del sol. No hace frío y está despejado. Tras una aproximación de hora y cuarto bastante llana llegamos hasta la base del Diente del Gigante (3.550 m.). Encordados aún trepamos por roca regular hasta un rellano de nieve en el que nos reunimos los cuatro (3.850 m.) . Durante esta parte de la ascensión son continuas las caídas de rocas desde la zona superior, algunas bastante masivas, con lo que hay que evitar las canales. En este punto comienza la arista de Rochefort.

Aiguille de Rochefort
Cresta de la Aiguille de Rochefort, al fondo el pico

A cada lado un abismo. A nuestra izquierda el glaciar des Periades y a la derecha la vertiente italiana, más rocosa. El recorrido es muy aéreo pero hay buena huella. Sobre la mitad del recorrido nos vemos obligados a asegurar un paso en bajada de 15 metros en nieve dura de unos 50º, mediante una cinta en un puente de roca. Continuamos la arista, ahora alternado partes de nieve con algún tramo de roca que salvamos por el lado derecho, hasta llegar a la pared final de la Aiguille de Rochefort. Son las 12 y aún nos quedan 80 m de subida por roca descompuesta. Teresa y Guillermo, que van un poco adelantados, comienzan la ascensión, pero deciden darse la vuelta tras 15 minutos. Llevamos bastante tiempo viendo nubes que vienen desde el sur, y a esa hora algunas comienzan a acercarse bastante. Nos damos la vuelta para evitar tener que hacer el camino sin visibilidad.

Después de hacer la arista de vuelta nos desencordamos para ganar algo de tiempo, pues resulta muy incómodo y poco práctico hacer el destrepe unidos. El resto del camino por el glaciar también lo hacemos sin encordar, pues a la ida hemos visto que era muy llano y sin grietas y no hacía falta.

Llegamos al teleférico de la Vallee Blanche a las 15.30, justo 10 minutos antes de que parta el último. Las previsiones del tiempo eran de borrasca para los próximos 3 días, con lo cual de habernos quedarnos en Torino habríamos comprometido gran parte de la semana. A las 6 de la tarde ya estábamos de nuevo en Chamonix.

Mont Blanc

Los siguientes 3 días transcurren bajo la lluvia, con algún rato de sol, que deja ver por poco tiempo el Mont Blanc. Cada día vamos como mínimo 2 veces a la Maison de la Montagne para ver el parte (como si así fuera a cambiar...). El miércoles por la mañana la temperatura en la Aiguille du Midi es de -7 ºC y nieva, pero anuncian mejoría para la tarde del viernes, con un sábado espléndido. Todo decidido, cogeremos el teleférico el viernes a media mañana haga el tiempo que haga, e intentaremos la cima el sábado (nuestra última oportunidad).

Viernes 9.00 de la mañana. Nos levantamos con un tiempo horrible. Llueve y no se ve nada. No obstante no nos dejamos intimidar. A las 2 de la tarde sacamos los billetes y subimos junto con 7 u 8 personas más (2 esquiadores incluidos), esta vez no sube ningún turista. En la estación intermedia, a 2300 m y nieva, y en la superior, a 3770 m la visibilidad es nula. La pasarela está cubierta de nieve polvo

Aiguille du Midi
Pasarela en el teleférico de la Aiguille du Midi

Hacemos el camino que nos separa del refugio de Cosmiques en menos de media hora, abriendo huella.

Durante el camino, no se ve nada por la niebla, y nieva cuando llegamos al refugio. Se nos cae el alma a los pies, si no fuera porque confiamos en la previsión leída en Chamonix, que habla de mejoría a partir de medianoche. Las previsiones a menos de 48 horas son fiables en un 90%.

Refugio de Cosmiques
Entrada del Refugio de Cosmiques

A diferencia del año pasado el refugio no está completo, y eso hace menos agobiante la corta estancia. Durante la cena vemos que las previsiones se van cumpliendo. Las nubes parece que levantan y es posible ver ya algo el sol, y eso nos anima, esta vez lo conseguiremos.

Sábado 12.30 de la noche. Nos levantamos y desayunamos (o yo lo intento, porque aún no he digerido la cena). A las 2.15 estamos encordados y salimos. Las cordadas las formamos Teresa y Guillermo por un lado y Miguel Ángel y yo por otro. La noche está completamente despejada y hace frío, buenas perspectivas, la previsión se ha cumplido. Comenzamos a buen ritmo y adelantamos a varias cordadas en la subida al Tacul. Las rampas son fuertes, ya no me acordaba de ese detalle del año pasado. Al ser de noche, y no haber luna no se aprecia la pendiente, pero en algunos tramos se intuye bastante fuerte e incluso hay que ayudarse con el piolet. Esta primera parte no tiene dificultades destacables, únicamente se trata de seguir la huella en la oscuridad. En la parte alta hay una zona de grietas que se evitan fácilmente rodeándolas, y solo en una de ellas hay que meterse un poco, pero sin problemas.

Con sus 1.400 m. de desnivel total y un par de pasos de trepada en pendientes de cerca de 50º en nieve en estado variable, esta es una vía más exigente que la de Goûter, pero merece ampliamente la pena. Decidimos bajar por Goûter para evitar la larga bajada, que cansa mucho, y no estamos seguros de poder coger el teleférico de la Aiguille, que acaba a las 17 h. 30 min, mientras que por Goûter hay más margen: el tren cremallera funciona hasta las seis y media de la tarde.

Sobre las 4.15 de la mañana estamos en el hombro del Tacul (4.100 m.). Nos reunimos los cuatro, echamos un trago de té caliente y continuamos hacia el Maudit. Cuando llegamos a la base del collado son las 5.45 de la mañana y ya es de día. Es la parte más compleja de toda la ascensión, sin que ello quiera decir difícil. Aquí es donde perdimos bastante tiempo, porque nos juntamos mucha gente y había que pasar de uno en uno. La forma más cómoda, rápida y segura de remontar la pendiente era con 2 piolets. La gente por otra parte no es muy amable ni espera al que va delante.

collado del Maudit
Llegada al collado del Maudit. Se aprecia el collado y las piedras a mitad de subida

Aunque la nieve estaba muy dura, e incluso había tramos de hielo nos pareció que no era necesario montar reunión, y de hecho nadie lo hizo, excepto los primeros que habían llegado. Con los gemelos calientes llegamos al collado del Maudit (4.345 m.), donde habían instalado una estaca de madera para la bajada, y allí descansamos un rato. Teníamos a la vista ahora la cima del Mont Blanc, que había permanecido oculta hasta este momento.

Bajamos a media ladera con dirección al collado de la Brenva (4.309 m.). Tenemos que saltar la rimaya. Son las 8 de la mañana. Nos reunimos los cuatro de nuevo por última vez, bebemos té caliente, comemos algo y afrontamos, cada grupo como puede, los últimos 500 metros, bajo un viento feroz, que destempla con rapidez. Llegamos a la cima del Mont Blanc exhaustos a las 10.45 de la mañana, media hora más tarde que Guillermo y Teresa.

Permanecimos en la cumbre una media hora, de vez en cuando había remolinos de viento helado, pero en general no se estaba mal.

La bajada decidimos hacerla por la vía normal de Goûter, con la intención de llegar a la estación del Nid d'Aigle a tiempo de coger el último tren (seis y media de la tarde). A esta hora y con el sol en todo lo alto comienza a hacer bastante calor, nos quitamos todo lo que podemos.

Hasta Goûter es un descenso poco pendiente y aburrido, pero la bajada a Tête Rousse, que comenzamos a las 15:30, resulta ser una pesadilla. El sendero es empinado y rocoso, hasta el punto de contar con pasamanos y clavos para cuando la nieve lo hace resbaladizo. Además, una horda de gente de todo pelaje subía hacia el refugio (sábado), en grupos de 1 a 15 personas, retrasando más nuestra bajada.

El camino es verdaderamente incómodo y sube mucha gente (me pregunto, ¿qué interés tiene esa vía de subida?). Llegamos a Tête Rousse a las 5.30 de la tarde y no nos atrevemos a intentar ir hasta la estación, si perdemos el último tren deberíamos volver a subir, y con las 15 horas de marcha que habíamos hecho ya era suficiente.

Este refugio es casi una cabaña y estaba increíblemente atestado. Las mochilas y el material se tienen que hacinar en la puerta como en un puesto de un mercadillo turco. Los ocupantes son todos amigos de los dueños y habituales del lugar, por lo visto; los foráneos no pintamos mucho en recibir atenciones. Tuvimos que dormir sobre y bajo las mesas del comedor, junto a mucha otra gente. Estamos en 2003, y otro refugio nuevo está en construcción, afortunadamente.

Así pues nos encontramos en el refugio, pero sin plaza, por cierto. Por lo menos nos darían cena y una colchoneta para dormir en el comedor (aunque resultó que esto último era mentira). A las 11 de la noche nos echamos a dormir cada uno donde puede, un banco, encima de la mesa, debajo de la mesa... A la 1 diana para los que suben. Los que pueden ocupan las literas de la gente que se ha ido. Yo no tengo ni ganas y confío en poder seguir durmiendo tan bien como hasta ahora sobre un duro banco. A las 2.30 de la mañana la gente ya se ha ido, algunos de nosotros han encontrado sitio en las literas y yo estoy allí, en mi "cómodo banco", aunque esta vez sin pegar ojo. Así, entre alguna cabezada que consigo dar se me hacen las 5 de la mañana. Me salgo fuera, y la verdad que valía la pena la vista. Al fondo del valle, ya con las primeras luces de la mañana, se veían los pueblos con sus luces, todo tranquilidad.

A las 6.30 nos largamos de allí rumbo a la estación del tren cremallera, a la que llegamos poco antes de las 8.30, esta vez con más de media hora de tiempo a que llegue el tren. Hacemos las últimas fotos con la Aiguille y el glaciar de Bionassay, apreciando su retroceso. El tren cremallera nos lleva hasta el teleférico de Bellevue, y de allí a Les Houches, donde cogemos un autobús que nos deja en Chamonix a las 10.15 de la mañana del domingo.

Un mes más tarde Europa está inmersa en una ola de calor como hacía tiempo que no se veía. La subida a cualquier cima alpina se torna empresa arriesgada por desprendimientos de piedras. Este año parece que hemos acertado...
 

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